"Los enemigos de la televisión", un artículo de Alejo Carpentier para comentar en el aula

El mundo intelectual tiene sus modas, como las tienen las elegantes damas del “jet set” internacional. Mientras estas imponen el uso de faldas largas o faldas cortas, el talle alto o del talle bajo, del mucho mostrar o del mucho esconder, los señores de la “inteligencia” dicen, de pronto, que un poeta, menospreciado durante dos siglos, merece ahora ser alabado, o que tal filósofo, famosísimo por varias generaciones, debe ser  ahora despreciado. 

Hoy, la “inteligencia” de todas partes ha declarado la guerra a la televisión ─“¡Ah!... ¿Pero… usted mira la televisión?”─ preguntan ciertas personas cultas a quien tuvo la desaventura de confesar que anoche vio con mucho agrado un programa de televisión. Porque está de moda proclamar que la televisión es una cosa despreciable, escuela de chabacanería y mal gusto ─es un invento maravilloso, ciertamente, pero manejado por una chusma ignorante que tiene el poder de estropearlo todo─. No. Un espíritu selecto, un “intelectual”, no puede perder su tiempo ante la diminuta pantalla de su televisor, mirando y oyendo estupideces, padeciendo novelones, escuchando informaciones amañadas y tragando enormes cantidades de publicidad.

Por desgracia, hay mucho de cierto en lo que atañe al exceso de publicidad y a la baja calidad artística de ciertas emisiones. No todo lo que difunden las antenas merecen atención y respeto, pero la televisión, es, a la vez, lo peor y lo mejor que hay en el mundo, y del usuario depende no dejarse atosigar por todo lo que ve. Hay noches en que es aconsejable dejar dormir el aparato, sin prender sus luces. Pero otras veces ─quiéralo o no la “inteligencia”─ la televisión nos hace vivir aventuras maravillosas, como cuando, en fecha inolvidable, emocionados, expectantes, vimos llegar los primeros hombres a la Luna. Y, hace poco, tuvimos la revelación, visible en imágenes, de que una sonda espacial había alcanzado las altas nubes de Saturno, colándose por un boquete que en la rotación de sus anillos se observaba, para situarse en las desconocidas atmósferas cuya exploración se inicia ahora. Por esto solo merecía la televisión nuestro respeto.             

La “inteligencia” detesta la televisión. Esto es indudable. Pero cuando uno de sus integrantes es invitado a tomar parte en alguna mesa redonda promovido por una emisora, se apresura a presentarse ante las cámaras con corbata nueva y todo (o tal vez mejor sin corbata, porque así luce más interesante, más emancipado de las férulas burguesas…), muy dispuesto a someter su rostro a las artes de la maquilladora si así lo exige el brillo natural de su cutis… ─“Es que, verá usted… Como quiera que sea, es el único medio que permite una comunicación inmediata con millones de espectadores”─ nos dice, a modo de vergonzante excusa. Por lo tanto, esta noche… ¡que viva la televisión! Y mañana seguiremos hablando mal de ella, ya que así lo requiere una moda actual de la “inteligencia”

Adaptación del artículo de Alejo Carpentier "Los enemigos de la televisión" (octubre 1979)


Actividades para comentar el texto en el aula:

1. ¿Cuál es el tema principal del texto? 

2. Resume el texto en un máximo de 3 líneas.

3. ¿En qué partes dividirías el texto? ¿Por qué?

4. ¿Cómo es el registro que usa el autor del artículo? ¿Por qué?

5. Elabora una lista de ventajas y desventajas de ver la televisión.

6. Debatimos: apunta en tu cuaderno las principales ideas que te ha suscitado el artículo para comentarlas en un debate con tus compañeros/as.