Mester de clerecía: diferencias con el mester de juglaría.

Al hablar del “mester de clerecía” nos referimos al conjunto de obras poéticas con una forma estrófica fija, la cuaderna vía, realizadas durante el siglo XIII por clérigos. Hay que tener en cuenta que en la Edad Media el vocablo ‘clérigo’ no aludía únicamente al hombre que ha recibido anteriormente las órdenes sagradas, sino que este término hacía alusión a todo hombre letrado en oposición al hombre indocto, y especialmente al que no sabía latín, pues el autor del mester de clerecía, a diferencia de los juglares, escribía siguiendo las fuentes eruditas de la tradición culta, es decir, obras compuestas generalmente en latín.      

Una de las principales diferencias que se aprecian con el mester de juglaría es el empleo de una forma estrófica fija, la denominada cuaderna vía o tetrástrofo monorrimo. Esta estructura métrica consiste en la redacción de estrofas de cuatro versos alejandrinos (de catorce sílabas) con una única rima consonante. Así pues, frente a la vacilación métrica juglaresca, las obras del mester de clerecía presentan una monotonía regular que el propio clérigo proclama como “gran maestría”:

“Mester trago fermoso, non es de joglaría; 14A

mester es sen pecado, ca es de clerezía; 14A

fablar curso rimado por la cuaderna vía 14A

a síllavas cuntadas, ca es grant maestría” 14A


Por otro lado, pese a lo que cabría esperar, el lenguaje empleado por los clérigos es en ocasiones incluso más coloquial que el de la épica popular anterior. Y es que, al igual que los juglares intentaban narrar los temas heroicos con una expresión más elevada a fin de dignificar aquello que decían, los clérigos, con el propósito de acercar al vulgo los conocimientos, escogieron un estilo de lenguaje que propiciara esa tarea divulgadora. Por ejemplo, Gonzalo de Berceo señala en su obra que quiere escribir en la lengua del pueblo, en “román paladino”, para que le entienda todo el mundo: “Quiero fer la pasión de señor Sant Laurent / en romanz, que la pueda saber toda la gent”. Como señaló Menéndez Pidal en su obra “Poesía juglaresca y juglares”, el mester de clerecía nació como una leve modificación de la poesía juglaresca. No podemos entender que existe un divorcio absoluto entre el mester de clerecía y el mester de juglaría. Los textos del mester de clerecía, lejos de hallarse destinados a una minoría docta, son recitados por juglares ante el pueblo iletrado. Su público no se encuentra, pues, en las bibliotecas de los conventos, sino en las plazas de la ciudad, lo mismo que ocurre con la producción juglaresca. Todo esto sirve a un objetivo principal de la literatura de la época: el afán pedagógico.   

En esto que acabamos de explicar reside otra diferencia con el mester de juglaría: mientras que la finalidad del juglar era principalmente entretener, el objetivo del clérigo es didáctico, por lo que prescinde de la originalidad y se limita a transcribir relatos contenidos en códices latinos que el pueblo no comprende (“ca al non escrevimos sinon lo que leemos”). De este modo, es frecuente encontrar en sus textos numerosas citas que aportarán mayor autoridad y prestigio a sus palabras. Finalmente, en lo que concierne al contenido, en los temas también se alejarán del mester de juglaría, predominando la temática de carácter religiosa: hagiografías (vidas de santos), leyendas devotas, etc.


RESUMAMOS…

Principales diferencias:
  • Métrica regular (cuaderna vía) frente a la forma estrófica irregular juglaresca.
  • Fines educativos frente al fin de entretenimiento del mester de juglaría.
  • Temas religiosos frente a los temas heroicos de los juglares.

Ahora bien, ¿en qué se parecen?:
  • Su público es el pueblo.
  • Su escenario también son las plazas.
  • Los juglares también recitan textos de los clérigos.
  • El lenguaje de ambos es cercano al vulgo.