La literatura en una sociedad líquida con síndrome de impaciencia

"Con nuestro culto a la satisfacción inmediata, muchos de nosotros
hemos perdido 
la capacidad de esperar", Zygmunt Bauman.

El impacto de las nuevas tecnologías y la sociedad de la instantaneidad han provocado grandes cambios en el mundo educativo y cultural. Nos encontramos en una sociedad moderna que está en continuo movimiento donde cada día surgen nuevas modas y objetos que sustituyen a otros. Vivimos, pues, una época caracterizada por el cambio vertiginoso y la brevedad donde «el consumismo no se define por la acumulación de cosas, sino por el breve goce de esas cosas» (Bauman, 2008, p.29). Para definir este periodo contemporáneo Bauman acuñó la expresión de sociedad líquida.

Los líquidos, al contrario que los cuerpos sólidos, poseen la característica de cambiar su forma con gran facilidad y rapidez. Según Bauman, nuestra sociedad no es sólida porque se encuentra en continuo estado de permutación. Como el líquido cuando se cambia de recipiente, la sociedad y su cultura no tienen una forma fija, sino que están en un ciclo de adaptación permanente. Ejemplo de ello es cualquier circunstancia que en un momento pasado fuese motivo de escándalo y ahora es lo más normal del mundo. Por otra parte, así es como hemos ido haciéndonos inmunes a la miseria (presten también especial atención a la miseria cultural), incorporando a nuestra concepción de la normalidad situaciones, cuando menos, perturbadoras: ver a alguien durmiendo en la calle mientras paseamos, escuchar las desgracias del telediario mientras comemos o ver Gran Hermano (o cualquier otro programa del estilo, como aquel en el que dos personas se conocen yendo desnudas y tienen conversaciones de lo más absurdas). La sociedad se ha adaptado a ese paisaje y ya es normal. Como decía Camus con gran razón, adquirimos la costumbre de vivir antes que la de pensar.